Casa Mallo y la Finca Sampaka: la conexión histórica entre Barcelona y Guinea Ecuatorial

Barcelona no solo se construyó a través de fábricas, mercados y barrios industriales; también proyectó su influencia económica más allá de sus fronteras. La historia de Casa Mallo S.A. y de la Finca Sampaka, ubicada en la isla de Bioko, en Guinea Ecuatorial, ilustra cómo empresas privadas barcelonesas participaron en la economía colonial española del siglo XX, vinculando la ciudad con el comercio del cacao y la gestión patrimonial de tierras productivas en África.

Casa Mallo Finca Sampaka

Casa Mallo

Casa Mallo S.A. fue constituida en Barcelona en 1920 como una sociedad mercantil privada orientada a la gestión patrimonial y agrícola. El uso del término “Casa” refleja una tradición empresarial catalana propia del primer tercio del siglo XX, asociada a sociedades cerradas y familiares con una clara vocación de continuidad intergeneracional. Su consolidación e impulso inicial estuvieron vinculados a la figura de Manuel Mallo de Lucas, cuya familia fue clave en la gestión de fincas agrícolas coloniales y en la estructuración del negocio entre la metrópoli y la colonia.

Finca Sampaka

La relación de Casa Mallo con Guinea Ecuatorial se materializó principalmente a través de la Finca Sampaka, una plantación agrícola situada cerca de Malabo, en la isla de Bioko. Esta finca se dedicó principalmente al cultivo de cacao, uno de los productos más relevantes de la isla desde finales del siglo XIX, y formó parte de la red de plantaciones gestionadas por empresas privadas españolas en la colonia. El nombre “Sampaka” deriva, según fuentes locales, de la adaptación fonética del nombre Samuel Parker, uno de los primeros ocupantes o referentes de la zona, transformado con el tiempo a través del pidgin inglés.

La Finca Sampaka no funcionaba como entidad independiente, sino como activo patrimonial integrado en Casa Mallo, en algunos periodos bajo la denominación de Compañía Agrícola Mallo S.A. (CAMASA). Este tipo de estructura permitía concentrar la propiedad de la tierra, organizar la producción agrícola y garantizar la continuidad de la explotación a lo largo del tiempo. La finca representa un ejemplo claro de cómo la tierra se concebía como activo económico estratégico dentro de un modelo empresarial prudente y de largo plazo.

Durante el siglo XX, la finca mantuvo su actividad productiva en un contexto marcado por profundos cambios políticos y económicos, tanto en España como en Guinea Ecuatorial. Ni la Guerra Civil española, ni la posguerra, ni los procesos de descolonización provocaron la desaparición inmediata de la empresa, cuya gestión se caracterizó por la prudencia, la continuidad y un bajo perfil público. Este modelo contrasta con las compañías que buscaban notoriedad o expansión rápida, y explica por qué la historia de Casa Mallo y la Finca Sampaka permanece poco conocida, a pesar de su importancia histórica.

Hoy, la Finca Sampaka sigue siendo reconocida como un espacio histórico ligado al cacao de Bioko, y continúa produciendo este cultivo, a veces complementado con café u otros productos agrícolas locales. La relación se mantiene vigente no solo en lo patrimonial, sino también a través de la comercialización de chocolates de alta gama bajo la marca Finca Sampaka, que vincula directamente la producción de la isla con el mercado especializado de Barcelona. Esta historia permite comprender una dimensión olvidada de la economía barcelonesa: cómo empresas privadas de la ciudad conectaron con África, gestionando fincas y contribuyendo al comercio colonial de manera discreta pero sostenida.

Recuperar la historia de Casa Mallo y la Finca Sampaka nos recuerda que Barcelona no puede entenderse únicamente desde su espacio urbano. Durante décadas, la ciudad estuvo vinculada a África a través de empresas, fincas y flujos económicos que hoy apenas forman parte del relato colectivo. Conocer estas historias permite ampliar la mirada sobre el pasado de Barcelona y comprender mejor su papel en la economía global del siglo XX.

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