El origen del Hotel Colón se remonta a finales del siglo XIX. Artur Vilaseca, reconocido empresario de hostelería, se vio forzado a reubicar su exitoso “Gran Café del Siglo XIX” tras la reforma urbanística de la Plaza de Cataluña. En 1895, tras la clausura del histórico local, Vilaseca y el “americanu” Ramon Pou i Riu se adjudicaron un solar estratégico en la intersección entre la Plaza de Cataluña y el Paseo de Gràcia. Allí, en 1897, se abrió el “Gran Café-Restaurante Colón”, diseñado por el joven arquitecto Francesc Rogent, quien heredó el saber hacer modernista de su padre, Elies Rogent.

La estructura, caracterizada por grandes ventanales, una amplia vidriera y un imponente salón principal, pronto se convirtió en punto de reunión para la alta sociedad barcelonesa. Sin embargo, el éxito del café llevó a que pocos años después, en 1902, se transformara en el Gran Hotel Colón. El proyecto, encargado al arquitecto Andreu Audet, consistió en demoler parte del antiguo establecimiento para agregar un piso extra y dotarlo de una cúpula llamativa en la esquina con el Paseo de Gracia. Con 60 habitaciones, peluquería, salón de lectura y servicio de carruajes, el hotel ofrecía un ambiente de sofisticación y modernidad que competía con los pocos hoteles de la ciudad.
La consolidación y modernización en la primera mitad del siglo XX
La situación del hotel dio un vuelco en 1916 cuando, debido al creciente éxito y a la necesidad de adaptarse a los nuevos tiempos, se emprendió una ambiciosa reforma. El encargado de esta transformación fue el arquitecto Enric Sagnier, quien junto a su hijo, impulsó una ampliación que llevó el edificio a contar con siete plantas y 200 habitaciones, todas equipadas con las comodidades modernas de la época. Con un marcado cambio de estilo, la fachada pasó de reflejar el modernismo al novecentismo, conservando los elementos luminosos de la planta baja pero dotándola de una elegancia sobria que se adaptaba al ambiente urbano de la Barcelona de principios del siglo XX.
El hotel se convirtió en un refugio para grandes figuras culturales y artísticas. Escritores, pintores y músicos se congregaban en sus salones y, especialmente, en su famosa terraza, que llegó a ser escenario de tertulias memorables. Nombres como Federico García Lorca, Einstein, Winston Churchill e incluso artistas como Joan Miró encontraron en el Gran Hotel Colón un ambiente propicio para la creatividad y el encuentro social.
El Hotel Colón y la Guerra Civil Española
El advenimiento de la Guerra Civil Española marcó una etapa convulsa en la historia del hotel. El 19 de julio de 1936, durante el intento de golpe de estado, el Hotel Colón se convirtió en uno de los puntos neurálgicos de la revolución en Barcelona. Tras la caída del levantamiento, el establecimiento fue confiscado por las fuerzas leales a la República y se transformó en la sede de diversas organizaciones obreras y juveniles, como la Unión General de Trabajadores (UGT) y la Juventud Socialista Unificada (JSU). La fachada del hotel se vistió de eslóganes y retratos de figuras revolucionarias como Lenin y Trotsky, convirtiéndolo en un símbolo de la lucha y la esperanza de un tiempo turbulento.
Esta etapa no solo evidenció el papel político del hotel sino también su capacidad para adaptarse a contextos complejos, pasando de ser un palacio del lujo a un escenario de transformación social y política. Durante estos años, el hotel fue testigo de intensas reuniones políticas y culturales que han sido documentadas en diversas crónicas y publicaciones, consolidando su legado en la memoria colectiva de Barcelona.
El declive y legado histórico
Tras la victoria franquista, la carga simbólica del Hotel Colón, vinculado a la causa republicana, se volvió insostenible para el nuevo régimen. Pese a algunos intentos de reforma en 1941, la asociación del edificio con el pasado revolucionario y los daños sufridos durante la contienda llevaron a que, en décadas posteriores, el hotel fuera demolido. El solar finalmente dio lugar a un edificio clasicista, proyecto del arquitecto Eusebi Bona i Puig, que hoy en día acoge la sede de una entidad bancaria y, en parte, una Apple Store.
Aunque el edificio original ya no existe, su historia perdura en las páginas de la memoria barcelonesa. Los relatos de las tertulias, las reuniones de artistas y la reivindicación de ideales revolucionarios confieren al Hotel Colón un lugar privilegiado en el imaginario de la ciudad. Es un patrimonio intangible, cuyos ecos aún resuenan en la cultura y el urbanismo de Barcelona.
El Hotel Colón de Barcelona fue mucho más que un establecimiento hotelero; fue un escenario en el que se gestaron encuentros culturales, políticos y sociales, reflejo de las profundas transformaciones de la ciudad a lo largo del tiempo. Hoy, al recordar su historia, se rinde homenaje a una época en la que el lujo, la modernidad y la revolución se entrelazaban en el corazón de la ciudad condal.
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